7.1.12

El puntito negro.

Sara, créeme, eres el puntito negro de mi vida.
Siempre tuve un defecto: la vergüenza. Por culpa de ella yo nunca me he podido acercar a ti como realmente deseo, pero no me importa, porque sería en vano. Tú eres el puntito negro de mi vida pero yo no el tuyo.
Lo eres porque solo pensar en ti me transmite ternura, dulzura... Algo inexplicable pero seguro que placentero. Es un sentimiento cálido, acogedor... Que me encierra en una burbuja silenciosa en la que solo estamos tú y yo, abrazados... En pleno contacto corporal en un momento de tranquilidad que me hace sentir bien... Me hace sentir seguro, me hace sentir... Cariño, comodidad... No sé, es difícil describirlo pero lo intento como puedo.
Un abrazo tuyo es un momento de paz para mí. Paz, esa es la palabra. Mi contacto contigo me habla palabras apaciguantes: "Calma... Cierra los ojos... Siénteme, te quiero...".
Pero luego todo es un sueño, una quimera, una utopía en mi retorcida mente que me hace imaginar lo inimaginable. Sí, me transmites amor, me gustas... Pero nada más. No ocurre nada más. Mi Universo se detiene, se tropieza y se cae en un punto fijo. Una caída constante que impide continuar.

No necesito beber para decirte te quiero, simplemente peensar en ti me invita a decirlo. Pero no frente a ti, sino en mi interior, un eco que retumba errante...

31.3.11

Valhalla

Ella, lo único que piensa mientras contempla la tormenta es dónde estará su Valquiria, la Valquiria que la roza y le roba los sentimientos más profundos, aquellos que por su fuerza la hunden como una piedra en un lago. Soledad, tristeza, dolor, añoranza, impotencia. Nada calma tan dulcemente sus lágrimas como su Valquiria. Nadie conoce cómo los elogios de su Valquiria le cantan para dormirse…



     No hay paraguas que detenga la lluvia cayendo sobre su rostro. Pero no le importa, ya que de esta forma nadie sabe que está llorando. La forma en que le miran con repulsión le asquea. Ella no entiende qué tiene de malo amar a otra chica. Ha recibido insultos, empujones, golpes, escupitajos y hasta le han lanzado algunas piedras. No hay nada peor para el día gris cuyo fin parece nunca llegar. Si su Valquiria pudiera estar ahí… Ella podría esconder su cabeza bajo sus brazos, podría sentirse protegida.


     El frío y las horas que lleva llorando le han provocado fiebre, que le ha llevado a sufrir un delirio defensivo. Corre como puede, hacia donde su cuerpo le guía. Empieza a confundirlo todo. De repente, sus ojos visualizan cómo una simple rosa se transforma en su querida Valquiria: su cabello negro, liso y largo como si de las lágrimas del Demonio se tratasen. Sus ojos turquesa, sus labios rojo carmín, su piel blanca como la nieve… Sí, está segura de que es su Valquiria. Es inconfundible.


     Ella, desesperada y exhausta, libera sus últimas fuerzas que, en un tono afónico y casi ronco, salen de su boca junto a sus últimos instantes de conciencia: -“Querida, temo que esta noche nuestro barco se hunda…’’


     Sus ojos se cierran. Sus piernas tiemblan, su cuerpo falla. El golpe contra el asfalto le ayuda a desvanecerse. Su cuerpo necesitaba un descanso, y así lo ha reclamado.






Su mente reacciona de nuevo al notar que está empapada no de agua, sino de barro también. Éste ha penetrado su ropa e impregna toda su piel. Su dolor persigue. Sigue tirada en el mismo suelo, se ha dado cuenta de que han pasado tres horas y aun así nadie la ha recogido. Todo sigue igual, pero su Valquiria ya no está. ¿Por qué no la ha salvado? Ella sabe que debe volver a casa pero ha decidido no rendirse, ha decidido encontrar a su Valquiria y no separarse nunca más.


     Helada de frío, se coloca debajo de un balcón cercano y saca su cajetilla de tabaco del bolsillo. Desgraciadamente, los cigarros están demasiado hechos polvo para ser fumados. Ella está perdiendo los nervios, tanto que un grito viaja desde sus pulmones hasta el más allá. Se ha vuelto loca, pero ella no se da cuenta, ya que su cerebro le invita a soltar palabras que a ella misma nunca se le habría ocurrido decir en un estado cuerdo.


     “Tú me darás la mano cuando mi cara te invite a pensar que la necesito. Me abrazarás, me arroparás y me cubrirás cuando sientas que mi mano está fría. Me preguntarás qué me ocurre, cual es la causa de mi estado. Nunca girarás la cara y pensarás con indiferencia. Mi confortabilidad nunca te parecerá suficiente como para no pensar que me falta atención continua.”


     Ella lleva sus manos hasta su cuello, sosteniéndolo con intención de reducir el dolor de su garganta. Aun así, decide gritar más. Decide ser oída.


     “Tú me protegerás ante cualquier amenaza: te pareceré tan intocable que solo tú podrás tocarme. Vas a sentir mi dolor, vas a llorar por él tanto como yo. Nunca mi llanto te parecerá en vano. Nunca permitirás que nadie me toque. Ni que me haga daño. Ni que me aleje de ti… Mi piel será tu piel, mi alma se fundirá con la tuya. Seré tu cuarentena eterna…”


     Algunas almas indiferentes se han asomado a la ventana, o al balcón, y ha observado al ser que merodea por la plaza desértica y oscura, rodeada de árboles, y una tenebrosa fuente adornada con una estatua de una dama preciosa montando un caballo alado. El agua de la fuente refleja su sucio rostro… Y refleja la oscuridad que abunda a sus espaldas a la cual no quiere mirar por miedo. Se ha dado cuenta de que la vigilan.


     “Tú serás fiel conmigo. No tendrás ojos para nadie más. Evitarás la hostilidad y yo sentiré repulsión hacia todo lo ajeno ya que mi vida es tuya. Mi vida es tuya. Mi vida es tuya…”


     Se arrodilla. Ha vomitado sangre y le parece como si su cabeza fuera a estallar. Sus manos se agarran a sus mojados cabellos y con un cacho de voluntad suprema retoma su espectáculo agonizante.


     “Tú me entenderás, me respetarás. Querrás conocerme cada día más y aceptar todos mis defectos al igual que disfrutar de mis pocas virtudes. Valorarás mis esfuerzos, agradecerás mis favores. Seré una parte de tu vida, no un complemento para darle emoción. Mezclarás tus ideas con las mías y harás que nuestras motivaciones se cumplan de una manera justa, equilibrada y agradable. Por encima de todo intentarás que nuestra relación sea lo mejor posible, haciendo que nuestros momentos juntos se conviertan en una velada de sonrisas pero también llantos, depende del momento…”


     Se tiende en el suelo. Suelta un suspiro de agotamiento. Pero de repente, sus ojos se giran hacia una esquina de la plaza. Ven una figura blanquecina que se acerca. Pero al lado hay otra figura. Ésta es negra. Ella parpadea seguidamente y consigue aclarar su visión, cosa de la que luego se arrepentiría.


     Su Valquiria alza los brazos y acaricia el oscuro rostro que le acompaña. Dos labios se rozan, dos manos se agarran. Es un momento de confusión. Ella no entiende nada, pero sus labios prosiguen.


     “Tú me harás sentir viva, harás que sienta que mi vida sirve para algo junto a ti. Me amarás y me lo harás saber. Nunca dejarás que el miedo entre en mí, queriéndome por siempre. Me alimentarás de tus besos, caricias, abrazos y mimos… Y sobretodo nunca, nunca me darás por perdida.”


     A estas alturas, la figura negra, asustada, ya ha desaparecido entre los callejones. En cambio, su Valquiria, asustada, la contempla sin decir palabra.


     Ella comienza a atar cabos. Pero no entiende por qué a ella. No entiende por qué a ella le acaban de clavar una estaca en la espalda sin una razón. Todo era tan racional para ella… Sigue sin entender. Una sensación de impotencia recorre todo su cuerpo. Su Valquiria la ha traicionado.


     Su Valquiria corre hacia ella, pero cuando alcanza su mano la sangre ya se ha helado. Su piel ya ha palidecido. Sus ojos ya se han cerrado. Sus pulmones ya se han detenido. Su corazón ya no palpita… El gran corte de su brazo dentro de la fuente se confunde entre un mar carmesí, mientras la Valquiria de sus sueños lo sostiene alzado, y su mano se abre y descubre esa maldita hoja de metal que ya no brilla más.


     Sus labios se oscurecen no antes de poder moverlos y susurrar: -“Bebe mi sangre, toma mi perdón…’’

14.11.10

Escúchame, frío, yo te querré.

He aquí mi lista de requisitos que yacen en mi gran utopía de encontrar mi amor verdadero:
-Tú me darás la mano cuando mi cara te invite a pensar que la necesito. Me abrazarás, me arroparás y me cubrirás cuando sientas que mi mano está fría. Me preguntarás qué me ocurre, cual es la causa de mi estado. Nunca girarás la cara y pensarás con indiferencia. Mi confortabilidad nunca te parecerá suficiente como para no pensar que me falta atención continua.


-Tú me protegerás ante cualquier amenaza: te pareceré tan intocable que solo tú podrás tocarme. Vas a sentir mi dolor, vas a llorar por él tanto como yo. Nunca mi llanto te parecerá en vano. Nunca permitirás que nadie me toque. Ni que me haga daño. Ni que me aleje de ti… Mi piel será tu piel, mi alma se fundirá con la tuya. Seré tu cuarentena eterna…


-Tú serás fiel conmigo. No tendrás ojos para nadie más. Evitarás la hostilidad y yo sentiré repulsión hacia todo lo ajeno ya que mi vida es tuya. Mi vida es tuya. Mi vida es tuya…


-Tú me entenderás, me respetarás. Querrás conocerme cada día más y aceptar todos mis defectos al igual que disfrutar de mis pocas virtudes. Valorarás mis esfuerzos, agradecerás mis favores. Seré una parte de tu vida, no un complemento para darle emoción. Mezclarás tus ideas con las mías y harás que nuestras motivaciones se cumplan de una manera justa, equilibrada y agradable. Por encima de todo intentarás que nuestra relación sea lo mejor posible, haciendo que nuestros momentos juntos se conviertan en una velada de sonrisas pero también llantos, depende del momento…


-Tú me harás sentir vivo, harás que sienta que mi vida sirve para algo junto a ti. Me amarás y me lo harás saber. Nunca dejarás que el miedo entre en mí, queriéndome por siempre. Me alimentarás de tus besos, caricias, abrazos y mimos… Y sobretodo nunca, nunca me darás por perdido.


Querido, temo que esta noche nuestro barco se hunda…

26.10.10

Desde que esto empezó yo estaba bendecido con una maldición.

Cuando mis dedos se detienen después de haber estado horas tecleando, mi cabeza se alza y un suspiro sale de mi boca: ¿cuán desgraciada mi vida es que no tengo nada más que hacer que escribir mi mierda en un aparato inerte?

A veces llegamos a puntos en los que nuestra paciencia se agota y nos hartamos de todo. Un punto en que tu vida llega al extremo de la desgracia y que te invita a quererte dormir y no despertar.
     Nos hartamos de advertir sobre la fragilidad de nuestras vidas y aun así los demás seres desgraciados que te rodean le dan un golpe a las finas capas que mantienen sus estructuras en pie. Blah, al fin y al cabo siguen siendo seres desgraciados: nunca aprenderán.
     Siempre nos acabamos contradiciendo: en realidad no somos indiferentes frente a esos seres desgraciados. Al contrario, nos importan demasiado porque nos preocupamos por nosotros mismos y por algo a lo que le damos mucha importancia y que personalmente creo que hacemos bien de darle tanta: el amor. Supongo que ya imaginabais que lo diría.


Hay algo que me ha pasado por la cabeza: ¿realmente la humanidad morirá por el cambio climático o lo hará mucho antes refiriéndonos a la mierdosa sociedad en la que estamos y a nuestras mentes perversas que cada vez evolucionan más estúpidamente? Sinceramente creo que vamos demasiado mal como para desvanecer en el futuro Apocalipsis. Creo que acabaremos muriendo a hostia limpia y seguro que alguien piensa lo mismo que yo. Por lo menos una persona.


Y mi vida se hace cada vez más y más mierdosa. Creedme, tengo muchas razones ahora mismo.
     Todo se va al infierno, parece que lo único que te queda por hacer es preguntarte qué haces aún en la Tierra si tu utilidad ya ha acabado, aunque todos sabemos que no. Oh, bendita esperanza que me ayudas a seguir en pie…
     Y los días felices parecen estar tan lejos… Todos se fueron exiliados por esta desgracia indignante que me impregna y me infecta. Sigo preguntándome cuándo se irá.


Veo en mi imaginación como si una manada de lobos se hubiera lanzado encima de mí, lamiéndose los labios y dejando solo los huesos y el corazón aún palpitando. Ellos equivalen a los humanos inútiles que me han jodido la vida. Sí, les deseo la muerte y me paso por donde ya sabéis las frases tipo “no se desea la muerte a nadie” o la típica frase de la profesora de filosofía “no estamos en la edad de piedra para mostrar semejante venganza”. Blah, mierdas. El mundo no es nada sin venganza y rencor. A la mierda el mundo feliz, a la mierda esta jodida utopía que no se cumplió ni se cumplirá nunca. ¡Nunca! Estamos destinados a vivir entre mierda toda nuestra vida. Y los futuros engendros que pisarán la faz de la Tierra también.

En fin… Muchos debéis pensar que mis textos son todos pesimistas, incluso alguien me lo ha dicho. Pues quiero deciros que si no os gusta no lo leáis ya que no me gusta que la gente rechace mi realidad psíquicamente. Si no estáis de acuerdo iros a tomar un helado, o a comprar pipas, o a haceros un tatuaje en el culo que ponga “I love New York”, lo que queráis, pero justamente aquí sobráis.


Y a los que leéis, pensáis, afirmáis y seguís leyendo, gracias por compartir mis mismísimos pensamientos de misantropía y como dirían otros “pesimismo”.
     Ya va siendo hora de ver el mundo como es, y no como os gustaría que fuera.


Y por último, quiero agradecer al dolor lo mucho que hace por nosotros y lo mucho que nos ayuda a reaccionar frente a tantas situaciones diversas. Sin él, todo va mal.


¡Por un mundo fatal!


Gracias, dolor… Por mutilar mi cuerpo (Dios bendiga el sufrimiento).

12.8.10

Si la pena pudiera construir una escalera, mis lágrimas podrían mostrarme el camino.

Que estamos en la flor de la vida ya lo sabemos. ¿Y? Eso no cambia que sea feo y que nadie se fije en mí: yo no estoy en forma, no visto marcas de niños que ligan y no me pongo ni gorras ni me bajo los pantalones para fardar de culo. Sólo por eso mis posibilidades de encontrar algo descienden a un 5%. Luego añado que mi autoestima no es precisamente alta y que el otro día una señorita dijo un comentario sobre mí que la bajó un 50% más. Total, calculo que debe ser un… -200%. Y ahora, si me permitís, me pongo más serio.
¿Cuándo alguien entenderá que mi vida está lo suficientemente jodida como para que vengan otros y me la jodan más? Sinceramente, creo que no es muy difícil de entender y que hasta un niño con cierta dificultad lo entendería.
     Y pensar que soy un humano entre millones de desgraciados que odian el día de San Valentín. Porque me quedo más solo que la una.
     Y pensar que ya ni lloro cuando en día en que la chica entrega al chico un libro y el chico a la chica una rosa yo me pregunto ¿Y yo?


Puede que parezca un cerdo hablando con semejante repelencia, pero aseguro que mi sensibilidad es muy grande y el amor es una de las cosas que más me importan en la vida. Y siendo así, cuando no recibes ni una pizca de amor te sientes como el mismísimo asfalto polvoriento y putrefacto. Y te llenas de huellas. De todas las tallas. Y piensas eternamente cuándo vendrá otro trozo de asfalto que se una a ti y juntos os convirtáis en algo superior. Una flor, quizás. Las flores tienen vida.
     Sí, se podría describir como una flor. El amor es una flor: Crece, se colorea… Y algunas duran mucho y algunas simplemente se marchitan y mueren. Lamentable, ¿Verdad?


Esto para mí no es en absoluto una descripción del amor en general. En mi opinión, más bien es una queja que florece de mi desgracia. Y escribiendo esto no arreglaré nada. Es más, quizás lo empeore. Pero da lo mismo ya que peor no puede ir…


A veces me paro y pienso: Tampoco soy extremadamente monstruoso. Algún ser humano debe haber escondido que me corresponda. ¿No?
     Afortunadamente yo he nacido en perfecto estado sin ninguna deficiencia ni deformidad (que nadie se lo tome como un insulto a la gente con susodichas enfermedades), aunque a veces parece que muy bien no estoy. Pero lo que cuenta es la realidad, y la realidad es que estoy cuerdo.


-¿Hola? ¿Alguien me entiende? No quiero la puta perfección reencarnada, ¡quiero ser correspondido!


Al fin y al cabo sólo soy un engendro más entre millones en una bola de mierda flotante en medio del espacio.
     El amor existe, pero es un juego de azar. Y desafortunadamente el tablero es demasiado grande y está demasiado lleno como para ganar.


No quiero tu mano: esta vez me salvaré a mí mismo.

6.8.10

Si fuera a mi manera te cortaría la garganta con el cuchillo que tú me clavaste en la espalda.

El título no se refiere a la amistad de la que quiero hablar en estas líneas, sino a todas mis anteriores amistades fallidas: aquellos amigos los cuales cogen lo que quieren y se largan, como los buitres. Los que destrozan en minutos lo que se construyó en años. Los que lo venden todo incluyendo tu amistad. Sí, aquellos que en estos momentos te invitan a pensar que no son dignos ni de arrodillarse ante ti llorándote y suplicando perdón. Los amigos se pueden contar con los dedos de una sola mano, como muchos dicen.


Mi amistad se describe fácilmente: Elena Maguire Gálvez. Ese es el nombre de lo que para mí es el concepto de amistad. Y siendo sincero, mi amistad no tiene otros nombres.
     La amistad es una caja vacía que con el tiempo se va llenando. Se llena de objetos abstractos: amor, felicidad, tristeza, diversión, cariño, emoción, miedo… Mas sólo la verdadera amistad contiene susodichos conceptos sin ser falsos.


Cuántos momentos he reído a carcajadas, y cuántos momentos he llorado desconsoladamente junto a ella… Ojalá los recuerdos pudieran guardarse en potecitos de cristal.


La amistad puede surgir de todas las maneras posibles: mas la mía surgió de la manera más inesperada para mí.
     Cientos de chicos y chicas malolientes. Descarados, sinvergüenzas, caraduras e incluso terroristas. Con razón a mi instituto le llamaban “La Fábrica”. Este reafirmaba la desgracia caída en esa parte de mi ciudad: paredes grises, arena, cristales rotos, ladrillos destrozados y goteras. Y sólo tenía tres años de antigüedad.
     De entre mis amistades falsas (pero nunca negaré que entretenidas), surgió una luz. Una luz que en realidad era oscura. Oscura por sus sentimientos. Nosotros decidimos mantener amistad y afortunadamente siguió a más: amistad de mejores amigos.


Elena es activa. Es divertidísima y seria a la vez. Siente cosas que yo mismo siento, cosas que refuerzan aún más nuestra amistad. Es más, tiene mi misma orientación sexual.
     Ella viste raro. Pero no lo digo desde un punto de vista malo ya que yo visto a su mismo estilo. Un estilo que muchos definirían como oscuro, por el simple hecho de llevar el flequillo largo y de lado. Otros dirían que no tenemos futuro en nuestra vida o, simplemente dirían que somos difíciles de ver (como nos ocurrió ayer). La señora, por cierto, era gorda y fea, con perdón a los gordos y a los feos que se sientan identificados. Con eso me refería a que quizás debería haber mantenido la boca cerrada, aunque dirigiendo mis ojos hacia sus tripas se me ocurre que no la debe mantener muy cerrada durante sus horas activas.


Volviendo al tema.


Ella para mí es perfecta, el tipo de mejor amiga que todo el mundo busca. Pero para mí aún es más que eso. Es más que perfecta y lo es porque cumple todos los requisitos que la amistad conlleva: saber estar a tu lado en los malos momentos, consolarte, ayudarte, confiar en ti, ser fiel, ser sincera, reírse conmigo y no de mí (excepto cuando es necesario), quererte…


En fin, que con todo lo que he dicho se supone que uno debe hacerse la idea de lo que es la verdadera amistad. Nunca os sintáis solos cuando alguien de tal importancia está a vuestro lado. Afortunadamente yo no lo hago. No lo hago gracias a Elena.


Mejores amigos significa para siempre.